El 11-S no solo se perdieron esas vidas inocentes y se nos robó la sensación de seguridad que sentíamos en muchos lugares del mundo, sinoque se nos cambió por completo el quehacer diario de todos los seres humanos, sobretodo del mundo mal llamado “occidentalizado”.
El transporte marítimo, como bien conocemos, tuvo una grancantidad de cambios en su seguridad física, acelerados por la entrada en vigorde la prevención de actos terroristas alo largo de la cadena logística. Hasta ahí todo bien.
Sin embargo, llama especialmente mi atención, la tortura ala que son sometidos los viajeros en las largas colas de los controles de los aeropuertos, pareciera que los más simples derechos fundamentales se olvidan en beneficio deintereses, que lamentablemente no siempre van en pro de la “seguridad”; y digolamentable, porque en un vuelo me pasó que luego de tantos controles, hacernosdescalzar, incluso revisión táctil, y revisión con el famoso scanner corporal,donde se aprecian las partes íntimas de un ser humano, estaba justo sentado en mi asiento del avión, cuando de repente otro pasajero al intentar meter una mochila muy grande en los compartimentos de equipaje de mano, se le cayó un encendedor; sí, por increíble que parezca luego de tantos chequeos en un Aeropuerto Europeo, me cayó un encendedor en en brazo, con el fallo deseguridad que esto representa “de acuerdo a las legislaciones vigentes”.
Ayer precisamente, me animé a escribir esto, al conversarcon una señora, que me decía “¿por qué tenemos que pasar tantas cosas paraviajar en avión?, ya la noche anterior uno comienza a estar nervioso”, yprecisamente en mis dos últimos viajes he estado observando las expresionesfaciales (que al fin la ciencia ha reconocido que es un mapa de las emociones), la mayoría de los viajeros estaba nervioso. Tal vez algún estudiante de algúncampo relacionado si lee este post podría hacer un estudio/encuesta y presentarlos resultados ya que los números gustan más que las percepciones escritas.
Me pregunto ¿hasta dónde estamos dispuestos a sacrificar porlas medidas de seguridad? ¿hemos de sacrificar incluso nuestro disfrute deservicios que pagamos como clientes?
Esto fue lo que me invitó a reflexionar, por qué se viola lapresunción de inocencia de los ciudadanos cuándo cometemos el gravísimo y caro error de querer desplazarnos por vía aérea? Meexplico; si un señor mata a otro señor, no se le puede considerar asesino, sino“presunto asesino”, porque tiene derecho a que se presuma su inocencia... y nose le trata como delincuente sino como “presunto”, hasta que haya una sentenciaen firme… ,pero en los Aeropuertos, territorios al parecer “especiales”, enmuchos casos “la sensación” que tenemos los viajeros es todo lo contrario, nossentimos más bien como delincuentes condenados y convictos; porque:
1. El trato no es amable,
2. Las colas son exageradamente mal gestionadas enla mayoría de los casos,
3. Nadie se ha interesado en evaluar el impactoemocional que estos controles tienen en las personas,
4. Nadie se ha interesado por evaluar cómo afectana menores, discapacitados y ancianos o personas que van adquiriendo una nuevafobia a estas medidas extremas.
5. Si existen las grandes tecnologías que sabemoscon certeza que tienen los aeropuertos para inspeccionar las maletas (escáneresetc.) ¿para qué es tan negligente el sistema?
6. ¿Cómo es posible que haya que tardar más en lascolas de seguridad que muchas veces en el tiempo de vuelo?
7. Otro punto aparte, los excesos de algunosagentes de seguridad que si bien son casos contados, es cierto que existen.
Estoy convencido, de que con tantos ingenieros de sistemas,ingenieros de procesos, ingenieros en producción y personas con sentido común,cualquiera de ellos, puede diseñar un modelo para mejorar la eficiencia en loque pasa el cliente cuando va a embarcar en un vuelo… , por un poco de respetoa la dignidad humana; y esto sin hablar de los abusos de las líneas aéreas yadenunciados por OCU.
En resumen, que es vergonzoso como este sistema mal montadonos trata, cuando simplemente, luego de un año de arduo trabajo, intentamossencillamente disfrutar de unos merecidos días de descanso. En definitiva,volvemos a evidenciar, que:
· Lamentablemente quienes confeccionan estosprocesos de seguridad no tienen en cuenta el efecto negativo emocional en los “clientes”(recordemos que hasta esto lo estamos pagando con nuestro dinero)
· Que los Parlamentarios que promulgan estasmedidas tal vez no han pasado por un aeropuerto como comunes mortales a sentirlo que se pasa… no quiero pensar en los que votan con ojos dormidos o no se hanleído los proyectos… los excluyo de este mensaje…
· Que queda mucho por cambiar, espero que algúndía pasar por un aeropuerto sea mucho menos traumático que ahora, incluso quesea un trámite relajado que inspire respeto tanto a las medidas de seguridadcomo a los clientes, y que dejen de tratar a la mayoría como si fuera esa minoría de personas que han intentado atentar contra la paz mundial.
Dr. Jesús E. Martínez Marín.